Elogio de la desmesura

15-02-2012, 6:50 pm, Villa General Belgrano

Elogio de la desmesura

En un contexto de crisis global y de algo muy parecido a una subespecie de ajuste nacional, la señora presidenta de la Nación, solicitó ecuanimidad, equidad y solidaridad social a todos los argentinos siendo explícita respecto de empresarios, de gremialistas y del propio Estado.

Entonces ¿acaso quedará así nomas este verdadero escándalo ciudadano provocado innecesariamente por una abusiva y desproporcionada duplicación en “las dietas” de todos los legisladores nacionales?

¿Acaso el Congreso Nacional no es un Poder y una Autoridad de la Nación Argentina?

¿Acaso no son suficientes los parámetros ni la prudencia para medir sus peligrosas e inquietantes consecuencias como tampoco, sus indeseables e inconmensurables derivaciones, socialmente negativas?

El espíritu de la perspectiva democrática y republicana históricamente prevaleciente respecto que los cargos y funciones políticas son “honra y distinción” e implican voluntad y capacidad de servicio, razones para las cuales resulta imprescindible y esencialmente impostergable dotar a toda expectativa y a toda banca legislativa de virtudes, bondades, decoro y sobriedad, bueno dicho espíritu evidentemente no ha comparecido en este “acuerdo” sellado con urgente despacho como cuestión de privilegio entre los jefes de todos los bloques, unánimemente, ¡faltaba más!

Así pues y, sin titubeos, el último “dietaso” conocido irrita y mucho resultando para la conciencia colectiva tan injustificado, inequitativo e inoportuno como inexplicable más aún cuando simultáneamente el legítimo reclamo de quienes estuvieron “disponibles” para la guerra en Malvinas, fueron removidos represiva y violentamente. Pero, no solo eso. Provocó el incremento de la indignación y el refunfuño ciudadano generalizado así como la legalización y la expansión de inequidades aberrantes.

En efecto, la secular postergación de antiguos y legítimos (si los hay) reclamos salariales de nuestros admirables maestros, peones y médicos rurales, de nuestros magnánimos enfermeros, agentes del orden, empleados domésticos, docentes e investigadores universitarios, bomberos y más, ya puede ser traducida y traducible en subestimación, desdén, desprecio y hasta en una burla pública tan inadmisibles como inaceptables desde el derecho y la garantía constitucional de igualdad de trato y de oportunidades, desde la dignidad humana, la equidad, la ecuanimidad, la solidaridad social y el sentido común, objetos y límites del bien común que al fin y al cabo explica, predice y justifica al Estado en cuanto tal.

De tal modo, este “dietaso” es del todo ajeno a la imperiosa necesidad argentina de asumir y compartir sacrificios pero, también nos late reñido y lamentablemente contrapuesto a los propios índices oficiales del Indec ¿paradójicamente?

Ahora cuando Argentina es toda una paritaria nacional a la que se le insinúan topes para cada aumento salarial del orden de entre un 18% y un 25%; poco menos, poco más, este “dietaso” es escandaloso.

Cuando verificamos la productividad de los legisladores nacionales en función de sus atribuciones, fueros, privilegios, retribución y responsabilidades, este “dietaso” es escandaloso.

Cuando desde fines de 2010 y durante todo 2011, los legisladores en general estuvieron “de campaña” por el país, eso no solo se llama sino que es un escándalo.

Cuando sabemos y no solo por visibilizaciones de acérrimos y acendrados antagonismos y mezquindades legislativas (Vg., “no dar quorum”, etc.) y, súbita e inauditamente nos anoticiamos ´por filtraciones´ de una extravagante mayoría absoluta o unanimidad en la aprobación, percepción y cobro de todos estos “dietasos”, bueno esto ya es la consumación misma del propio escándalo.

Dice un sabio proverbio: “el que no trabaja, que no coma”. Y qué decir si además se verificaran fondos públicos con afectación legal específica para productividad y competitividad legislativas “desviados” en ocios, campañas político-clientelares y bianuales, gastos y presentes superfluos; partidas para arraigos, viajes inexistentes o demasiados intermitentes y así, mucho más de menos.

Bastaría para certificar y legitimizar estas aseveraciones con solo autoconvocarnos munidos de coraje y autodeterminación cívico-política, veraz y creíble, mediante consulta popular, plebiscito y/o referendum, segura y fatalmente deslegitimantes de desmesuras semejantes.

Compatriotas, mucho me temo que si no peticionamos en tiempo y en forma, más fácil y más rápido que eso serán la censura, “las falacias ad hominem” y la descalificación secular corporativa de los pícaros argentinos de siempre, de los que nunca se fueron ni en el 2001 ni en el 3000 tampoco, porque se quedaron y se quedarán mediante nepotismos y enroques carísimos e ineficientes, reciclados y reelectos “ad eternum” de generación en generación en una ausencia flagrante de alternancias que sólo se correspondería con ineptitud para trabajar y gestionar en el ámbito privado.

Por eso también, nuestra política como extraviada anda sin novedad. Ellos no viven la política ni la Democracia ni la República como servicio y construcción común, no exhiben reciprocidad de conciencias sino que, ya no pocos, se sirven y enriquecen descarada y obscenamente infligiendo concomitantemente a la política y a nuestras instituciones, daños y descréditos cuasi irremontables, desprestigiando y exponiendo toda legitimidad a toda resignación y, en algunos casos, también ante una irritante e incomprensible “prudencia” judicial.

Finalmente y, como toda paciencia tiene su límite, ante semejante certeza ya es hora de que los legisladores nacionales “pongan sus barbas en remojo” puesto que la distinción legislativa no es para ricos ni para ladrones, tampoco para cínicos o canallas sino para idóneos y probos servidores de la Patria que, como todos, comparten índices oficiales y sacrificios comunes desde el compromiso y en la convicción republicana de que: “¡la lección del ejemplo, gana a todas en elocuencia!”

Autor: p. Roberto Fermín Bertossi
Docente e Investigador Universitario

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