El artificio político Nación, se traduce como persona moral, titular de la soberanía, lo que permitió según las naciones, incorporar y exigir a la condición de representantes de éstas, los requisitos de idoneidad, propiedad, renta, riqueza y ética como garantías de imparcialidad, eficiencia, progreso, adelanto y bienestar.
Lamentablemente demasiadas veces no han sido ni son estos representantes elegidos por el pueblo conforme parámetros constitucionales quienes legislan sino, en realidad, sus tecnócratas, burócratas y asesores escogidos arbitraria, discrecional e irresponsablemente por amistad, parentesco, compromiso y simpatías cuando no les son impuestos directa y corporativamente.
Lamentable y dispendiosamente la burocracia global con su autonomía y lógica propias, ya es una casta con expansión propia y permanente incrementado cargos y funciones todo lo cual viene `engordando´ los aparatos estatales del funcionarato haciéndoles a la vez, más pesados y gravosos para los pueblos de las sociedades nacionales con burócratas que persiguen primariamente su enriquecimiento insaciable si acaso es saciable la voracidad o la perfidia.
Lo más substancial de esta crisis podemos identificarla entonces en una imparable multiplicación burocrática, que transforma a los Estados de las Naciones en una carga tan onerosa sobre sus pueblos que estos ya no pueden sostener ni soportar con su trabajo y con sus impuestos a todo lo cual se deben añadir en algunos Estados, “costos tarifarios diferidos” por especulaciones políticas, subsidiadas inequitativamente y también con recursos públicos.
Estas prácticas de dudosa moralidad e incluso basadas en el fraude y el engaño han prohijado y propiciado las peores crisis institucionales y financieras provocadas por trombas neoliberales conservadoras vinculadas también al sistema de seguros e hipotecas; trombas que lucen como necesarias al menos en la hora presente cuando pareciera que finalmente nos hubieran abierto los ojos sobre el aspecto más caótico y perjudicial de tales prácticas.
Deshinchar la agobiante y afligente maquinaria burocrática de este escenario mundial reflejado en el peor dominó de crisis nacionales tanto como encontrar la estrategia más lucida para superar las mismas, sólo podría lograrse mancomunadamente mediante una imposición mundial consensuada y sin vetos de las Naciones Unidas con la implementación y desenvolvimiento de una profunda reforma y consolidación del sistema financiero y monetario internacional en la prospectiva de una nueva y creativa autoridad pública en la materia con competencia universal, objetivo nada fácil ni inmediato en la medida que cancele definitivamente privilegios y beneficios de los burócratas, banqueros, aseguradoras, inmobiliarias y esos políticos involucrados en crisis tan apabullantes como las que se vienen sucediendo desde 2008 a la fecha.
De ahí la necesidad de un corpus mínimo compartido de reglas necesarias para la gestión del mercado financiero global, que ha crecido mucho mas rápidamente que la `economía real´ habiéndose desarrollado velozmente, por efecto de un lago, de la abrogación generalizada de los controles sobre los movimientos de capitales y de la tendencia a la desregulación o desreglamentación de las actividades bancarias y financieras; y, por el otro, con los progresos de la técnica financiera favorecidos por los instrumentos informáticos.
Recordando y reproduciendo Thomas Hobbes, “si no se pone remedio a las diversas formas de injusticia, los efectos negativos que se producirán a nivel social, económico y político estarán destinados a originar un clima de hostilidad creciente, e incluso de violencia, hasta minar las bases mismas de las instituciones democráticas, aún de aquellas consideradas más sólidas”
Finalmente, “están en juego el bien común y el futuro mismo de la humanidad”.
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