El sábado 24 de marzo tuvo lugar en la Casa del Bicentenario el acto oficial por el Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia.
Las palabras principales las dieron el profesor César Aimetta de la Escuela IPEA N° 238 “Carlos María Mampaey” y la concejala Liliana González que completó la alocución contando su experiencia cuando en 1976, siendo ella niña, las fuerzas policiales se llevaron a su padre.
Profesor Aimetta:
El 24 de marzo nunca es una fecha en la que las palabras surjan con facilidad. Por lo menos no desde hace 42 años. Los sentimientos que están presentes todos los días de nuestras vidas se condensan en este día y hacen trampas en la garganta a la hora de decir lo que queremos decir.
LAS PERSONAS Somos seres históricos, en lo individual y en lo social, tanto los individuos como los pueblos tenemos una historia, una memoria colectiva y personal, eso responde a la pregunta de ¿quienes somos? y ¿cómo somos en relación a otros u otras naciones? es lo que determina nuestra identidad, para poder reconocernos entre sí, en relación con otros. Tener una memoria colectiva implica poseer recuerdos compartidos de nuestra historia para saber qué es lo que queremos y qué es lo que no queremos que se repita en nuestro país.
Desde el 24 marzo de 1976 hasta diciembre de 1983, los militares instalaron un gobierno de facto que se adjudicó la suma del poder público, se atribuyó facultades extraordinarias y en el ejercicio de esos poderes, practicó un terrorismo de Estado violando repetidamente los derechos humanos.
Hace 8 años el Congreso de la Nación dispuso por ley que esta fecha “Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia”, sea incluido entre los feriados nacionales inamovibles. Es pues, entonces, una jornada de duelo y homenaje a las víctimas y también para la reflexión crítica sobre la gran tragedia argentina que se abrió un día de marzo como hoy con el golpe militar que fue el camino y el instrumento del terrorismo de Estado, la más cruenta de las experiencias antidemocráticas que nuestro país haya padecido.
Todos sabemos que desde el 24 de marzo de 1976 se implementó un plan coordinado y sistemático de eliminaciones y represiones generalizadas, con un costo humano que sometió a miles de personas al secuestro, a la tortura y a la muerte y las convirtió en “desaparecidos”, como cínicamente proclamó el mayor responsable de los crímenes. Muchos otros miles ocuparon las cárceles sin causa alguna o con procesos inventados y muchos más debieron exiliarse como única método de supervivencia. Miles de bebés recién nacidos fueron arrancados de los brazos de sus madres en cautiverio y así también le fueron arrancadas su identidad y su familia. No eran excesos o actos aislados.
El poder de facto deseó así que todo el pueblo se rindiera a su arbitrariedad. Se buscaba una sociedad obediente, por eso quisieron quitarle todo aquello que lo molestaba, anulando su vitalidad y su dinámica prohibiendo desde la política hasta la cultura.
El terror tuvo su efecto paralizador pero no consiguió la erradicación total del pensamiento crítico. Estas grietas no destruyeron los mecanismos de resistencia para mantener viva la memoria; el poner palabras al pasado constituye un aspecto más que necesario para el desarrollo del presente y devenir de cualquier pueblo que quiere construir los puentes entre una generación y otra y consolidar la identidad colectiva.
Cuarenta y dos años después, en un contexto democrático, la nulidad de los indultos , la entrega de la Esma a los organismos de Derechos Humanos para constituirse en Museo de la Memoria, la desclasificación de los archivos de la Dictadura, la recuperación de cientos nietos, la reivindicación de la lucha de madres, abuelas e hijos marcan un hito histórico que es tributo de esta acumulación de fuerzas producida por todos aquellos que a través de la lucha mantuvieron la convicción de la necesidad de sostener la memoria, la verdad y la justicia.
PERO Esto Sólo es posible.. SI Miramos el futuro, SI NO NOS QUEDAMOS “PATINANDO EN EL BARRO DE LA HISTORIA” , si nos incluimos y nos situamos en ELLA, como actores directos, en un proceso de UNION Y construcción ,participando en espacios dónde debatir y por sobre todo buscando las maneras más adecuadas de poner en palabras aquello que intentó ser silenciado, para fortalecer esta democracia que logramos construir, defenderla día a día porque es nuestro bien más preciado, en cada ámbito en el que actuamos, PERO HACIENDOLO CON VERDAD Y HONESTIDAD y por sobre todo valorando el respeto, la libertad Y derecho de todos los argentinos. .
Quiero terminar estas palabras… con un pensamiento que siempre invoco cuando mis alumnos me preguntan, “PROFE LA HISTORIA PARA QUE? … y yo simplemente les digo.. Historia me suena a memoria… y quien no sabe la historia no tiene memoria, no sabe del pasado… entonces no puede vivir el presente… NI AVISORAR EL FUTURO… ¿entonces memoria para qué?’ ¿Historia para qué? PARA QUE ESTO NO PASE NUNCA MAS.-
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