Las definiciones enunciadas, tienen una implicancia diferente en las empresas, en función al contexto económico por el cual se transita en la economía del país.
Sabemos que es de vital importancia que toda empresa, independientemente de su envergadura, tenga como pilar de funcionamiento el presupuesto anual, a dos años, cinco, etc. En el mismo la organización establece las metas a cumplir, el mismo es monitoreado periódicamente, y puede llegar a sufrir modificaciones en función a la marcha de la empresa.
En épocas estables del país en lo institucional y económico, lo antes expuesto es válido, es decir es razonable que exista estrategia para el corto, mediano y largo plazo por parte de la empresa. No es viable por ej. proceso de inversión para 30d, una nueva planta o unidad de negocio, no se formaliza en dicho plazo, ergo la empresa está sujeta al proceso de hacer, esperar, concretar, etc.
El escenario cambia rotundamente para una empresa, si el contexto del país se modifica en lo institucional y económico.
En este sentido, el corto plazo se transforma en el cortísimo plazo, es decir “ ya, ahora “, tiempo en el cual no se puede esperar resultados, sino que hay que obtenerlos. Un responsable financiero, no puede esperar a correr para la cobertura del banco, cuando esto sucede es porque los desequilibrios en la empresa ya están instalados, y revertirlos resulta en muchos casos imposibles.
Cuando las empresas transitan por este estadío, desaparece el mediano y largo plazo, ni hablar si en el país existe inestabilidad institucional (léase jurídica y política para las inversiones).
Entiendo que estos procesos, las empresas lo viven sabiamente o neciamente. Es decir el que tiene sabiduría, tiene como estrategia transitar por los buenos momentos, produciendo, invirtiendo, tomando créditos, etc. guardando una relación con sus ingresos actuales y futuros. Aquel que dirige la empresa suponiendo que siempre va a estar en momentos de crecimiento, lo más probable es que invierta, produzca, endeude, etc., en un nivel que supere el de los ingresos actuales y futuros, y no esté preparado en absoluto para períodos de desaceleración, o caídas pronunciadas.
Se sugiere:
– Planificar en diferentes escenarios para el país.
Preparar al personal para los buenos momentos, y para los no tan buenos.
– No olvidar que en períodos de inestabilidad, el corto plazo se transforma en cortísimo, el mediano en corto y el largo desaparece.
– Formar y mantener una estructura flexible en la empresa, en un sentido amplio. Esto llevará a un proceso de toma de decisiones con agilidad, y acorde a los cambios del mercado.
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Barzola, Jorge
Lic. en Economía
Consultor y Asesor de Empresas
www.esmiplata.com
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