Es común que en determinados momentos de la vida, las personas tengan el deseo de generar un emprendimiento propio, con el objetivo de tener la tan ansiada libertad laboral, o que todo el esfuerzo personal diario vuelva retribuido sin tener que compartir dicha retribución.
Lo que se tiene entonces es una visión, en principio y en el desarrollo de la misma, las personas solo se plantean el éxito, ahora bien para lograr ese resultado uno puede actuar con poca o mucha fe. La pregunta es, afectará al resultado el grado de fe?, en lo personal puedo afirmar que sí.
La Biblia en Hebreos 11;1 nos afirma; “ Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve “. La idea es desarrollar de un modo simple el deseo de llevar adelante un nuevo proyecto, sumando al análisis técnico de factibilidad ( finanzas, equipos, edificios, mercado, etc. ), la variable de convicción en el mediano y largo plazo.
Todo desarrollo de la visión del proyecto, involucra un alto grado de esfuerzo y atento al mercado y tipo de economía, este esfuerzo será menor o mayor. Aunque resulte obvio la variable esfuerzo, cuando no se la dimensiona correctamente puede hacer caer el proyecto en un corto tiempo.
La pregunta es porque puede suceder?, y la respuesta es que cuanto más fe tenga en el proyecto, más convencido estoy del mismo, y más esfuerzo estoy dispuesto a hacer por lograr el mejor resultado. En este escenario toda persona entonces acciona planificando para el corto, mediano y largo plazo, y se prepara con fortaleza aún para poder afrontar cambios negativos inesperados en las condiciones del mercado.
Cuando no se está completamente convencido del proyecto, lo que ocurre es que el corto plazo tiene más importancia que el mediano y largo plazo. Cuando esto sucede y ante cambios en el escenario planificado, la gente reacciona y no se ocupa, sino que se preocupa y el proyecto termina.
Esto último es lo que sucede en países con inestabilidad política, jurídica, y con niveles de inflación altos, con mayor frecuencia a la media normal observada en países estables.
Por lo manifestado, sugerimos ante el análisis de nuevos proyectos personales; 1) Pensar y llevar adelante los proyectos con el mayor convencimiento, es decir más fe que dudas. Si el nivel de dudas es alto, se sugiere no encaminar ningún proyecto; 2) El actuar convencido, permite planificar para el corto, mediano y largo plazo. Lo que lleva a accionar y no reaccionar, a ocuparse y no preocuparse quedando sin alternativas ante cambios no previstos; 3) El preocuparse y no ocuparse, implica que el temor está por encima de todo y solo permite analizar el cortísimo plazo; 4) El cortísimo plazo, lleva casi seguro al fracaso del proyecto.
Lic. En Economía Jorge Barzola
Consultor y Asesor de Empresas
www.esmiplata.com
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